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jueves, 7 de marzo de 2013

LOS MEJORES POEMAS

 

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Revista Virtual de Poesía y Literatura."PALABRAS DIVERSAS"


palabrasdiversas@palabras.com


EDICIÓN No. 40. 15 de Marzo de 2013. Un poema de mi autoría en la sección "LITERATURA PARA LA PAZ"
Poema titulado: "Guerras de Tiempo y Mar..."
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ALFONSINA STORNI

Romance de la Venganza

Cazador alto y tan bello 
como en una tierra no hay dos, 
se fue de caza una tarde 
por los campos del Señor. 

Seguro llevaba el paso, 
listo el plomo, 
el corazón repicando, 
la cabeza erguida y dulce la voz. 

Bajo el oro de la tarde, 
tanto el cazador cazó, 
que finas lágrimas rojas 
se puso a llorar el sol... 

Cuando volvía cantando 
suavemente a media voz, 
desde un árbol enroscada, 
una serpiente lo vio. 

Iba a vengar a las aves; 
más, tremendo, el cazador 
la cabeza le cortó. 

Pero aguardándolo estaba 
a muy pocos pasos yo... 
Lo até con mi cabellera 
y dominé su furor. 

Ya maniatado le dije: 
-Pájaros matasteis vos, 
yo voy a tomar venganza 
ahora que mío sois... 

Más no lo maté con armas, 
le di una muerte peor: 
¡lo besé tan dulcemente 
que le partí el corazón! 

Cazador, si vas de caza 
por los montes del Señor, 
teme que a pájaros venguen 
hondas heridas de amor. 



EDUARDO CARRANZA


 






Soneto Para una Salvedad

Todo está bien: el verde en la pradera,
el aire con su silbo de diamante
y en el aire la rama dibujante
y por la luz arriba la palmera.

Todo está bien: la frente que me espera,
el agua con su cielo caminante,
el rojo húmedo en la boca amante
y el viento de la patria en la bandera.

Bien que sea entre sueños el infante,
que sea enero azul y que yo cante.
Bien la rosa en su claro palafrén.

Bien está que se viva y que se muera.
El Sol, la Luna, la creación entera,
salvo mi corazón, todo está bien.



  JACQUES PRÉVERT


 

 

 

 

Para hacer el retrato de un pájaro



Pintar primero una jaula
con la puerta abierta
pintar después algo bonito
algo simple, algo bello,
algo útil para el pájaro.
Apoyar después la tela contra un árbol
En un jardín en un soto
o en un bosque esconderse tras el árbol
Sin decir nada, sin moverse
A veces el pájaro llega enseguida
Pero puede tardar años
antes de decidirse.
No hay que desanimarse
Hay que esperar
Esperar si es necesario durante años
La celeridad o la tardanza
En la llegada del pájaro
No tiene nada que ver
Con la calidad del cuadro.
Cuando el pájaro llega, si llega
observar el más profundo silencio
esperar que el pájaro entre en la jaula
y una vez que haya entrado
cerrar suavemente la puerta con el pincel.

Después borrar uno a uno todos los barrotes
cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro.

Hacer acto seguido, el retrato del árbol,
escogiendo la rama más bella para el pájaro,
Pintar también el verde follaje
Y la frescura del viento,
El polvillo del sol
y el ruido de los bichos de la hierva en el calor estival
y después esperar
que el pájaro se decida a cantar.

Si el pájaro no canta, mala señal,
Señal de que el cuadro es malo,
Pero si canta es buena señal,
Señal de que podéis firmar.
Entonces arrancadle delicadamente
una pluma al pájaro
Y escribid vuestro nombre
En un ángulo del cuadro.













LEÓN DE GREIFF


 

 

 

El relato de Serge Stepansky


¡Juego mi vida!

¡Bien poco valía!

¡La llevo perdida

sin remedio!



Erik Fjordsson.



Juego mi vida, cambio mi vida,

de todos modos

la llevo perdida...



Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,

la dono en usufructo, o la regalo...



La juego contra uno o contra todos,

la juego contra el cero o contra el infinito,

la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,

en una encrucijada, en una barricada, en un motín;

la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,

a todo lo ancho y a todo lo hondo

—en la periferia, en el medio,

y en el sub-fondo...—



Juego mi vida, cambio mi vida,

la llevo perdida

sin remedio.

Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,

la dono en usufructo, o la regalo...:

o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:

todo, todo me da lo mismo:

lo eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...



Todo, todo me da lo mismo:

todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo

donde se anudan serpentinos mis sesos.



Cambio mi vida por lámparas viejas

o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:

—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:

por los colgajos que se guinda en las orejas

la simiesca mulata,

la terracota nubia;

la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:

cambio mi vida por una anilla de hojalata

o por la espada de Sigmundo,

o por el mundo

que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar la bola...



Cambio mi vida por la cándida aureola

del idiota o del santo;

la cambio por el collar

que le pintaron al gordo Capeto;

o por la ducha rígida que llovió en la nuca

a Carlos de Inglaterra;

la cambio por un romance, la cambio por un soneto;

por once gatos de Angora,

por una copla, por una saeta,

por un cantar;

por una baraja incompleta;

por una faca, por una pipa, por una sambuca...



o por esa muñeca que llora

como cualquier poeta.



Cambio mi vida —al fiado— por una fábrica de crepúsculos

(con arreboles);

por un gorila de Borneo;

por dos panteras de Sumatra;

por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—

o por su naricilla que está en algún Museo;

cambio mi vida por lámparas viejas,

o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...



¡o por dos huequecillos minúsculos

—en las sienes— por donde se me fugue, en grises podres,

la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!



Juego mi vida, cambio mi vida.

De todos modos

la llevo perdida...




LOUIS ARAGON


 

 

 

 La Rosa y la Reseda


El que en el Cielo creía,
 el que no creía en él,
 los dos con idolatría
 amaban a la rehén.
 Uno a mirarla subía,
 otro tendíase al pie:
 el que en el Cielo creía,
 el que no creía en él.
Nada importa cuál sería
 la luz que alumbrando fue;
 uno del templo salía,
 otro esquivó su dintel:
 el que en el Cielo creía,
 el que no creía en él.
Cuerpo y alma en alegría,
 cada cual amante fiel,
 que Ella vive se decía,
 y quien viva lo ha de ver:
 el que en el Cielo creía,
 el que no creía en él.
Loco pedir cortesía
 viendo arrasada la mies,
 rumiando melancolía
 de la metralla al vaivén:
 el que en el Cielo creía,
 el que no creía en él.
Desde lo alto el vigía
 tiró una y otra vez;
 uno tras otro caía;
 ¿cuál de ellos muerto fue:
 el que en el Cielo creía,
 el que no creía en él?
¿En la prisión cuál sería
 el de más duro yacer;
 cuál de los dos prefería
 de las ratas el tropel:
 el que en el Cielo creía,
 el que no creía en él?
Sollozar de rebeldía,
 ¿a quién puede conmover?
 Dejan la terrena vía
 al rayar el alba cruel
 el que en el Cielo creía,
 el que no creía en él.
Al caer, nombrar se oía
 a la que adorada fue;
 con brillo igual relucía
 la roja sangre al caer
 del que en el Cielo creía,
 del que no creía en él.
Cárdeno arroyo teñía
 la tierra de su nacer
 para que madure un día
 vendimias de moscatel
 el que en el Cielo creía,
 el que no creía en él.
Corren, vuelan a porfía
 el bretón y el lorenés;
 vuelve el grillo a su tonía
 en el huerto y el vergel.
 Flauta o viola en melodía,
 en doble amor van a arder
 las aves entre la umbría,
 rosa y reseda también.


 Versión de: Carlos López Narváez






PABLO NERUDA



 

 

 Poema 20


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»


El viento de la noche gira en el cielo y canta.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.


En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.


Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.


Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.


Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.


La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.


Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.


Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.