glorioso paraíso,
plétora de hermosura,
se anida un gran dolor...,
un dolor que cercena
el alma y la degrada
y envejece la piel:
es el dolor profundo
que sufre la niñez,
triste y abandonada,
sola sin Dios ni ley....
Almas abandonadas,
reflejos de amargura,
son fuentes de tristeza,
aciagos días sin sol;
nada dan, pues reciben
golpes, su vida es dura,
van huérfanas de amor,
presas en soledad,
son torres derribadas,
son aves sin su nido,
sin rumbo ni esperanza...
Niñez desamparada,
presa de hambre y sed,
sufre la indiferencia,
sin raíz, sin un nombre;
niñez abandonada,
condenada a su suerte,
jugando la partida
de un nefasto final
riela en la indiferencia
y cae al precipicio
tenebroso del mal...
Sequemos ese mar
de lágrimas saladas
que ahogan la niñez,
ese mar de amargura
que tiende la celada
y envejece su tez.
Llenemos de esperanza
su vida desolada,
llenémola de luz
y auroras que renazcan
con cánticos de amor....
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