Mis sentidos como
discretos vigilantes tamizan
El frío amanecer
que transporta la bruma a sus espaldas,
La selva de
cemento inane de guirnaldas,
La soledad en mil
multiplicada. Se divisan, por centenas,
Pájaros que se posan
sobre las cuerdas de la inercia,
Se posan sobre
las cornisas de los edificios,
Decodifican del
ruido ensordecedor, su sinergia,
Habitan en los parques y con sus artificios
Analizan sus pros y los contras,
Sus ventajas y
desventajas,
Como mendigos con
sus costras
O dolientes con
sus mortajas,
Acaso detestarán
los tempestuosos ruidos
Que, como bombas asesinas e infernales,
Se filtran arrasando violentas sus nidos;
Dejando solo el rastro de rudos vendavales.
O acaso no hay ya selvas ni campiñas;
Quizá estén
silenciados por el miedo
O quizá como yo,
tengan filtros
En los ojos, en
los oídos, en el gusto
En el tacto y en
el olfato
_O quizá, como
yo, solo estén muertos de susto-
Para ver lo que
quieren ver
Para oír lo que
quieren oír
Para ser lo que
quieren ser…
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