Evento: A quién temí cuando niño
Título: La Tunda
Autora: Lea Nieves Torres
Pais: Colombia
Fecha: 04-07-2021
©®
Esta historia sucedió en la ciudad del encanto, ciudad del limpido cielo, del cielo la sucursal. Hoy Capital de la Resistencia.
Era una casa de arriendo, una casa cuatro-vientos,
con un gran patio central y un gran patio trasero
donde se distribuían el baño, los lavaderos
y un aljibe misterioso de hondura descomunal.
Árboles y plantas varias adornaban
ese patio de ensueño de mi niñez,
pleno de matas de mango, de guayabas,
de corozos, de árbol del pan, de grosellas
y de frutos deliciosos y de las flores más bellas;
allí cantaban las aves, las cacatúas reían;
las mariposas danzaban y las ardillas del bosque,
que alegraban el paisaje, frutos maduros comían.
Recuerdo cuando era niña, entre la niebla de olvido,
en figura femenina,
como en una pantomima,
me perseguía un espanto de cabeza bien redonda,
que tenía grandes ojos, de una belleza bien rara;
llevaba un turbante fino, bien fino, que parecía
una emperatriz sacada del mundo de fantasía
de las "Mil y una noches" de un imperio del Sahara.
Vestía un hermoso traje de colores llamativos;
esos que usaban las mamas de mis ancestros nativos,
arrancados a la fuerza de mi Madre Patria África
por los perversos negreros que vejaron una raza
no contada entre los vivos desde los tiempos primeros.
El espanto hecho mujer se me apareció en el patio,
ese gran patio trasero, ese patio de mis sueños;
el de las matas de mango, de guayabas, de cerezos...
me convidaba a seguirla por ese bello traspatio
aquella aciaga mañana de ese abril de mis recuerdos.
Hoy yo tiemblo al recordar ese espanto hecho mujer;
recuerdo su vestimenta y su cuerpo levitando;
su engañosa voz tratando de hacer que yo la siguiera
_con su voz pausada y suave, de un aire tan maternal, y su suave piel canela brillando cual pedernal-
¡Yo una asustada bebé, todavía usaba dedera!
y quedé paralizada, solté mi entretenedor
y grité lo más que pude entre el susto y el horror;
vi que mi hermana mayor salía de la cocina
a auxiliarme con amor. ¿Qué pasó? me preguntaba
y yo apenas atinaba a decir a lengua- traba,
que una señora morena, algo gorda pero bella,
aplicada me llamaba
que sus bellos pies desnudos
el suelo nunca tocaban;
mi hermana quedó en silencio
con los vellos erizados,
mientras la mujer paseaba,
por el patio de mis sueños,
levitando a carcajadas...
Imágenes de Google